Todo ocurrió pasadas las 22 horas, cuando una joven de 24 años irrumpió pidiendo auxilio por el estado en el que se encontraba su pequeña hija. Los agentes, sin dudar un instante, pusieron en marcha los protocolos de emergencia. Uno de ellos comenzó a realizar maniobras de resucitación cardio pulmonar (RCP), mientras sus compañeros preparaban el móvil policial para el traslado. La urgencia era total: cada segundo contaba, y la vida de una beba pendía de un hilo.
Durante el recorrido, la tensión se respiraba en el aire. Los policías continuaron con las maniobras mientras pedían por radio despejar el camino. Desde las otras unidades de Cipolletti se sumaron al operativo y abrieron un código rojo y las sirenas marcaron el pulso de la desesperación. Dentro del vehículo, el esfuerzo conjunto y la coordinación marcaron la diferencia: la beba empezó a reaccionar justo antes de llegar a la guardia.
Ya en el hospital, un llanto rompió el silencio y devolvió el alivio a todos. La madre, entre lágrimas, abrazó a su hija mientras el personal médico confirmaba que había signos vitales estables. Los profesionales reconocieron la intervención policial como clave para salvar la vida de la pequeña.
Desde el Ministerio de Seguridad de Río Negro destacaron el accionar decidido y humano de los efectivos involucrados en el procedimiento. En especial de los sargentos Jaime Damián Pereira, Jorge Damián Burgos y el cabo 1° Julián Alejandro Busnadiego, que demostraron que el uniforme también late con empatía. Su compromiso, sumado a la capacitación y la rapidez en la respuesta, fue determinante para evitar una tragedia y devolverle a una familia la esperanza.